La lechuga es sinónimo de ensalada, pues su nombre evoca estas sanas preparaciones que poseen enormes cualidades nutricionales.
La lechuga es originaria del Mediterráneo oriental y del occidente de Asia, donde inicio su larga historia. Se dice que su cultivo data del año 4.500 a.C. Los cogollos de lechuga aparecen retratados en algunas tumbas egipcias y fueron igualmente utilizados por los griegos y romanos como alimento y remedio. En China la lechuga simboliza buena suerte y no puede faltar como ingrediente en fechas especiales, especialmente en la comida de año nuevo.
Existen alrededor de 100 variedades de lechuga. La variedad Batavia y la Romana o Iceberg son las más cultivadas alrededor del mundo. China y Estados Unidos son los principales productores de estas variedades a nivel mundial. Durante la temporada invernal, España se convierte en el principal exportador europeo.
USO Y CONSERVACIÓN
Además de las variedades tradicionales de lechuga, existen otras que permiten explorar nuevos sabores y texturas y que, al mezclarlas, resultan aún más interesantes. No sólo se usan para preparar las ensaladas, también se pueden cocinar y añadirse a sopas y cremas, o utilizarse para envolver todo tipo de rellenos.
Independientemente de la variedad, las lechugas deben presentar una textura firme y crujiente con hojas sanas y sin manchas cafés en sus bordes.
Para conservarlas en el refrigerador, se pueden envolver en un paño húmedo o lavar las hojas, escurrirlas, secarlas perfectamente y guardarlas en una bolsa hermética en el cajón de verduras.
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