Dulces, atractivas y muy versátiles, las fresas se encuentran entre las frutas preferidas por todos. Junto con su delicioso y fresco sabor, aportan una gran cantidad de vitamina C.
Existen dos familias principales de fresas que, juntas, suman alrededor de unas 600 variedades. La fresa europea, que se caracteriza por ser pequeña y muy dulce, se cultivó desde el Imperio Romano y era popular en la Edad Media para preparar confites y conservas. En América las variedades más importantes son la norteamericana y la sudamericana, en dichas variedades las fresas son más grandes, pero menos dulces. Del cruce natural entre las variedades europeas y americanas surgió la fresa que hoy conocemos.
La fresa es la fruta más popular y de mayor consumo entre las llamadas bayas o frutos del bosque. Los productores más importantes son Estados Unidos, Canadá, Francia, Italia, Japón, Australia y Nueva Zelanda.
USO Y CONSERVACIÓN
Las fresas no sólo resultan deliciosas para preparar dulces y pies, o para acompañar pancakes o postres con chocolate; sino que, combinadas con lechugas y espinacas, le dan un especial toque agridulce a la ensalada.
Las fresas no maduran una vez cosechadas, por ello se deben evitar las que tienen un color rojo demasiado pálido o aquellas que están definitivamente descoloridas.
Las fresas son muy perecederas y delicadas. No deben estar muy apretadas en su empaque ni presentar signos de humedad. Cuando compre fresas al llegar a casa, lávelas, deseche las que estén dañadas, escúrralas bien y acomódelas sueltas en un recipiente.
Para que se conserven, no remueva el pedúnculo de las fresas. Se pueden congelar sin problemas con una vida de hasta 3 o 4 meses.