Popeye mantenía su fuerza comiendo espinacas. Lo que este personaje no sabía era que estas hortalizas también le ayudaban a fortalecer la visión y los huesos y a prevenir enfermedades cardiovasculares y diversos tipos de cáncer.
Las espinacas son originarias de la antigua Persia (Irán), desde donde se extendieron a China, en Europa fueron introducidas vía España por los árabes en el siglo 11. Catalina de Médici las llevó a Francia, ya que esta hortaliza era desconocida para los franceses, por esto las preparaciones servidas sobre una cama de espinacas llevan el apelativo “a la florentina”, como un recuerdo del origen de aquella reina a quien le encantaban las espinacas.
Las espinacas son hortalizas de hojas que se adaptan muy bien a climas templados. Su cultivo está extendido por todo el mundo. Holanda, Estados Unidos, Italia, Francia y Alemania se encuentran entre los principales productores.
USO Y CONSERVACIÓN
La mejor forma de aprovechar los nutrientes de las espinacas es consumidas frescas. Para cocinarlas, nada mejor que hacerlo al vapor o salteadas unos minutos. Estas hortalizas combinan muy bien con mantequilla, crema de leche, nuez moscada y aceite de oliva.
Cuando escoja espinacas, fíjese que sean de un color verde oscuro, firmes y sin manchas. Guárdelas en una bolsa plástica, sueltas y sin lavar, en el cajón de las verduras del refrigerador.
Antes de usar las espinacas, lávelas muy bien para remover cualquier rastro de tierra. Para congeladas, cocínelas durante 3 minutos, páselas por agua helada y escúrralas perfectamente.
Las espinacas crudas se conservan hasta por 5 días en el refrigerador; congeladas, hasta por 6 meses y cocinadas, es mejor usarlas al día siguiente.
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