Delicioso, refrescante y perfumado, el durazno resulta seductor no sólo por su sabor y apariencia, sino por su riqueza en carotenos y propiedades antioxidantes.
El durazno o melocotón es originario de China. Su cultivo se extendió hacia Occidente a través de la antigua Persia (Irán). Los griegos fueron quienes lo introdujeron en Europa. Con el tiempo, el árbol se aclimató particularmente bien al suelo europeo, donde se le aprecia, además de sus deliciosos frutos, por su atractiva apariencia.
El duraznero produce unas bonitas flores de color rosa o rojo pálido y su fruto, el durazno, se caracteriza por la suavidad de su cáscara, recubierta de finos filamentos. Los principales productores de duraznos son Estados Unidos, Italia, China y Grecia.
USO Y CONSERVACIÓN
Los duraznos frescos son deliciosos a cualquier hora del día. Para preparar postres, tortas y dulces resultan perfectos y, si se combinan con aves y cerdo, el resultado es exquisito.
Escoja aquellos duraznos cuya piel se sienta lisa y suave, su pulpa esté firme mas no dura y tengan un color amarillo rojizo.
Para que los duraznos maduren, guárdelos en una bolsa de papel con algunas perforaciones y consérvelos a temperatura ambiente y lejos de la luz solar. Revíselos al día siguiente porque maduran muy rápido.
Para pelar fácilmente los duraznos, sumérjalos durante un minuto en agua hirviendo y luego páselos rápidamente a un recipiente con agua helada.
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