El clavo resulta ideal en la presentación de tortas, jamones glaseados o frutas maceradas en licor, ya que aporta su perfume fresco y misterioso. Posee, además, interesantes usos medicinales.
El clavo es originario de las islas Molucas (Indonesia). Esta especia es esencial en la cocina oriental e india y se utiliza desde hace siglos para preparar alimentos, incienso y aceites. En tiempos del Imperio Romano y durante la Edad Media fue una de las especias más apreciadas y valiosas. Los portugueses y luego los holandeses monopolizaron el comercio del clavo cuando controlaron las islas Molucas, hasta el siglo 18, cuando los franceses lograron cultivarlo en la isla Mauricio.
Los clavos de un árbol perenne que alcanza hasta 20 metros de altura y crece en climas tropicales. Los principales países exportadores de clavo de olor son Zanzíbar, Madagascar, Indonesia y Tanzania. Otros productores importantes son Jamaica, Brasil, India y Sri Lanka.
USO Y CONSERVACIÓN
Los clavos de olor se deben usar con moderación, ya que su potente aroma tiende a opacar o a invadir los sabores de los alimentos. Se utilizan con platos dulces y salados y combinan muy bien con naranja, repollo, zanahoria, cebolla, carne de cerdo y jamón.
Para conservar hasta por 1 año en buen estado los clavos enteros, guárdelos en un recipiente hermético lejos de la luz del sol.
El clavo en polvo tiende a perder muy rápidamente su aroma, por esto es preferible comprar clavos enteros y molerlos en la casa usando un mortero.
Cuando los clavos se encuentran en buen estado, sueltan un poco de aceite al apretarlos.
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