¡Sea generoso con el ajonjolí! Esta diminuta semilla es capaz de brindarle sabor y textura a los alimentos y le regala invaluables beneficios al organismo.
Aunque se desconoce su origen exacto, algunos lo ubican en Asia y otros en África, el uso en la cocina de las semillas de sésamo o ajonjolí es muy antiguo. Los chinos utilizan su aceite para cocinar y como combustible desde hace más de 5.000 años; las culturas del Medio Oriente y del antiguo Egipto lo incluían en la preparación de panes y tortas, al igual que los griegos y romanos. El nombre sésamo hace alusión a la planta, mientras que ajonjolí, a la semilla.
Los principales países productores de ajonjolí son India, China, Myanmar y Sudán. En América, se destacan México, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. El 70% de la producción mundial de esta semilla se destina a la industria, para la producción de aceites y harinas.
USO Y CONSERVACIÓN
Existen diferentes variedades de semillas de ajonjolí que se diferencian por su color: amarillo, blanco, negro y rojo. Se pueden encontrar con o sin cáscara, tostadas o al natural.
> El ajonjolí tiene un cierto gusto a nuez; para acentuar su sabor solo hay que tostarlo: ponga la cantidad que desee en una sartén a fuego bajo y sacuda la sartén suavemente sobre el calor. Evite quemarlo porque toma un sabor amargo.
> Esta semilla resulta ideal para agregarla a todo tipo de panes. También brinda gusto y textura a ensaladas y guarniciones de vegetales, carnes rojas y blancas, pescados y mariscos.
> El ajonjolí se debe conservar en un recipiente hermético en un lugar seco, oscuro y fresco.
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